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Quinta entrega de ¿QUIÉN MATÓ AL TAXISTA?

                                                    


                                                   QUINTO



          Estaba Doña Marcia vaciando la caja del pedido y poniendo cada cosa en su sitio de la despensa. Su joven amigo había bajado la caja de vino al sótano.


   Tenía una costumbre Doña Marcia tan arraigada de estar continuamente reflexionando cada vez que se quedaba sola, que en aquel momento, no pudo evitar que su conciencia, siempre en activo, la alertara de que no era propio, sólo por espontánea simpatía fiarse del primer muchacho que apareciera en su vida, y lo que era peor: hacerse cómplice en una especie de hurto y posiblemente espionaje de la vida privada de ningún individuo, le cayera bien o no, como era el diputado. 


   ¡Pobre alcaldito de Enmarañada! A esa hora se habría cansado de preguntar por las tiendas de telefonía móvil de la ciudad si una señora mayor, Doña Marcia, de tales señas, gafas ahumadas con montura de concha, una montura muy vieja y anticuada, sí señor; sobria vestimenta, falda de cuadritos y fular siempre combinando con su falda (era la única licencia estética que se permitía) zapatos de monja, y apariencia severa, si tal señora de pintas tan características había comprado allí un móvil fosforito con botones que parecían piezas de LEGO.


   Nadie tenía ese modelo.


   El pobre alcalde, sintíéndose perdido seguramente a esas alturas, estaría pensando que Doña Marcia le había tomado el pelo con algún aparatito comprado en la juguetería. Pero ¿dónde había conseguido el joven conductor de autobús su móvil, el cual por cierto, tenía todas las prestaciones básicas y necesarias, y a parte de todo permitía hasta bajarse ciertas aplicaciones, como el wordreference. (She was learning German a that moment.)?


   Y cómo se llamaba el hijo de la Ventisca, por cierto. Ni siquiera se lo había preguntado. ¿Se llamaría Ángel María como su padre, o Ramón como el abuelo? Y ¿quién se creía que era el hijo de La Ventisca para quedarse con lo que no era suyo?


   _ Ahí en ese sótano tiene que conservarse frescos y ricos tanto el agua como el vino Doña Marcia. Pero ¿No le da miedo bajar?_ Preguntó el joven detrás de ella.

   _ Miedo ¿porqué? Si son sólo cuatro escaleras.
   _ Tiene uno que caminar hecho un siete ahí dentro.
   _ Tú que eres alto. A mí no me llega la cabeza al techo.
   _ Sería buen sitio para esconder un cadáver. No tiene ni las baldosas echadas. Es todo arena, Sería llegar y, cualquiera en un momento, cavando con una pala, le labraba el tamaño de su tumba en un instante.
   _ Bueno. Vamos a dejarnos de tonterías._ Dijo Doña Marcia bastante seria._ Todavía ni siquiera sé cómo te llamas. 
_ Yoel.
_ ¿Ioel? 
_ Escrito con jota. Joel._ Deletreó._ Pero se pronuncia Yoel.
_ Así que tienes un nombre de esos modernos que luego no hay quien se acuerde._ Comentó Doña Marcia molesta.
_ Yoel del Campo. Nosotros somos los del Campo Doña Marcia. No me va a decir ahora que no conoce a mi familia.
  _ Sí, si que la conozco; Pero no sabía que tu madre era tan moderna. En fin. Antes de que te vayas_ comentó la mujer_ explícame qué es eso de la tarjeta de memoria que me reclamaba el alcalde, y si tienes intención de hacérsela llegar.

   Yoel se echó a reír._ Si usted me lo pide naturalmente que se la devolveré; sin embargo le confesaré que dejar pasar una oportunidad como esta de indagar en la agenda y contactos ¡y fotos! porque tendrá fotos, seguro, de semejante imbécil sería imperdonable, al menos por mi parte. Esto_ añadió sacándose el aifon del bolsillo y enmarcándolo con sus dedos largos morenos fuertes y velludos en el aire_ es oro. Oro para Pinchudo.

   _ ¿Quién es Pinchudo?
   _ El antiguo asesor del alcalde saliente. Tiene una pagina web de más de treinta  y cinco mil seguidores, y cuenta con más de cinco millones de visitas. Nadie sabe quien es. Pero yo sí le conozco. Pone a parir a todo el mundo, principalmente a los políticos de ahora. Ese tío tendrá que pagarme si acaso le interesa publicar algo de lo que aquí se descubre_ Decía Yoel frotándose las manos y mordiéndose incluso la pícara sonrisa de gusto._ Claro que bien pensado, los del periódico local Concejo del Maraño, que esos si que ganan dinerillo... Esos puede que también estén interesados en que no se publique...Nada._ Remarcó feliz de la vida y embadurnándose en sus propios planes y descubriendo su particular ambición delante de la antigua practicanta.
_ Yo es que no sé cómo se las ha maravillado este tío para llegar a diputado._ Se explicaba._  Aquí en este pueblo no habrá sacado más de diez votos, eso por seguro. A ver. De los que le conocemos, ¿usted cree que le ha podido votar alguien, votar a un tonto, un tío que va regalando por ahí aifons de setecientos euros, irreflexivo,engreido, ignorante, putero...?
   _ ¿Putero también?_ Doña Marcia le escuchaba con la boca abierta, sin perder coma de lo que estaba descubriendo. Pero de pronto decidió darle un giro a aquella conversación que ni la iba ni la venía._ ¿Y le parece a usted muchachito, que es así como funciona el mundo ahora, y que no hay que dejar pasar la oportunidad de extorsionar al poderoso, como bien veo que pretende usted hacer?_ Preguntó a bocajarro. Y Yoel levantó la cabeza apartando los ojos de la pantalla del móvil por un momento para dirigirle a Doña Marcia una mirada sorprendida.

   Hasta aquel momento se había pensado el joven que tenía un mero espectador en la anciana. Ahora veía en ella a una posible oponente o co-guionista de la propia película mental que se estaba él montando en el majín. 

   _ En el mundo de la política es así. Si señor._ Respondió Yoel._  Y si uno quiere hacer carrera en la vida tiene uno que entender que la información privilegiada es poder. Eso lo enseñan hasta en los módulos básicos de Administración y Gestión de empresas. Yo también tengo ciertas nociones de Economía señora. Esta tarjeta de memoria vale mucho y no me desembarazaré de ella, no antes de hacer una copia. Eso téngalo por seguro._ Y con la misma recuperando su tono eufórico y optimista añadió_ ¡Y todo gracias a usted Doña Marcia!
   Luego activó el valioso aifon y entró en la galería, sin esperarse más, a pasar fotos y fotos y más fotos, fotos, la mayoría de ellas de comidas en grupo en la sede del partido, con fabadas y paellas incluidas, fotos de convenciones, fotos con algún ministro, fotos de corte de banda en alguna que otra inauguración del más corto tramo vial recién reparado, con el Consejero de Obras Públicas, con el alcalde de la capital de la Región de Afluencia, o con el Presidente de la Comunidad Autónoma del mismo nombre, todas esa subidas a su tuiter, y otras de aburridos plenos en el ayuntamiento de la ciudad, y otras absurdas como "una piedra en el camino" y un primerísimo plano de uno de los neumático italianos de su lamborghini veneno. De la piedra entre la grija del camino, piedra del tamaño de un coco, y de aquellos neumáticos había más de ocho fotos tomadas de distintos ángulos, en una se veía un poco del brillante salpicadero del automóvil, en otra algo del tubo de escape, y así..Lo que hacía que todas las fotos parecieran bastante decepcionantes. Al menos para él, él que, no se sabe todavía el porqué, esperaba descubrir al menos alguna de Florita en bañador. Florita. ¿Qué habría sido de Florita? Tenía entendido que se había marchado a vivir a la capital. Hacía mucho que no sabía nada de ella.

   _ Tengo por hay unas caricaturas que quiero publicar...Luego entraré en buzón de mensajes de voz. Este tío tiene que tener algo por donde se sienta cojido por los huevos._ Rezongaba Yoel, conductor de autobús de oficio, y al parecer artista gráfico aficionado._ Claro que a mí lo que me interesaría es publicar una tira diaria en el Diario de Afluente.

   
   Doña Marcia se había sentado en una silla, y no es que hubiera dejado al joven ambiciosillo, que quién no lo es, hablando sólo, es que no le sacaba el ojo de en cima. Radiografías le estaba tomando, de cada gesto, de cada movimiento de mano, de como torcía el morro en señal de que se estaba aburriendo de lo lindo en aquella súbita, zafia, e improvisada labor de espionaje. ¿Porqué no dejarle esa labor al cabo Pero? Pensó ella, de pronto.¿Habría pasado también por la cabeza de Yoel la relación que mantenía el diputado en cuestión con el apunto de jubilarse que estaba el pobre, desafortunado taxista, asesinado de mala manera. Claro que de mala manera se cometen todos los crímenes. Aunque desde el punto de vista del criminal quizá la cosa cambiaba y sí, se podría decir, no desde el punto de vista moral, desde luego, pero se podría decir que hay una manera mala de hacer las cosas, una manera descuidad y torpe; y otra manera buena, y en el caso de un crimen sería una manera fría y calculada, eficiente, y procurando no dejar pistas. Toda esta conversación interior era Doña Marcia capaz de mantener al tiempo que le escuchaba al joven Yoel decir:


   _Tengo una serie dibujada. LOS INFLUYENTES DE AFLUENTE. Afluente, el nombre de nuestra famosa capital conocida por el alto número de caciques de esta región que allí viven. La titulo así. Se me da bien hacer caricaturas. ¿Quiere que le haga una?

   _ ¿Una caricatura? ¿A mí?

   _ Sí, claro. Me gustaría._Contestó Doña Marcia._ Pero con una condición. Soy yo la que va a quedarse con esa tarjeta de memoria.






   

  

   

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