Existen dos frases hechas en español:
" Tirar del carro." "Y subirse al carro del vencedor".
Sin embargo, la mayoría de los desaprensivos que se suben metafóricamente al carro suele ser a éste, al que lleva el peso de todas y cada una de nuestras necesidades y obligaciones diarias, no al del vencedor. El del vencedor tiene el acceso vedado.
Creo que nadie necesita que se le haga caer en la cuenta de cual es el perfil del tiro de ese carro.
¿Cuántas mujeres trabajan como mulas en esta vida para acabar siendo vilipendiadas? La pasión de Cristo se revive cada día en el cuerpo de estas mujeres, que para colmo han de oir cosas de aquellas personas más allegadas como:
"¿No crees tanto en Dios? Pues dile a él que te ayude." Y
"¿A qué vas a la iglesia ¡Bruja!?".
Quizá vayamos solo a descansar. La fe en el otro tiene un límite cuando llevas años tirando del carro.
Hay quien dice que la mujer tiene más resistencia a medio y largo plazo. Será porque se entrenan más, nos entrenamos más.
El problema, la auto-explotación. Pero ¿qué es lo que causa este fenómeno? ¿Porqué tantas mujeres se dejan explotar por aquellos más cercanos? El asunto no depende de ellas como parece que para colmo nos quieren hacer creer, el problema es siempre el explotador.
Una mujer que se sabe explotada lo consiente porque ante esa dicotomía (explotador-explotado ) prefiere estar en el lugar del explotado. Sabe que si acaso dejara tirado el carro en medio de esa carretera que es la vida, el bienestar de los más vulnerables, su continuidad con unos mínimos dignos: alimentación, higiene, cobijo, todo se iría al traste, dejando sólo sensación de pérdida y fracaso.
Insisto que el problema de esa supuesta auto explotación no son ellas, si no "el oportunista", el que se sube al carro que a la fuerza no puede quedarse tirado en medio de la carretera, son "los polizones", exactamente es el peso extra,lo que acaba reventando a una.
El ser humano parece que tiende a tirar del que lo resiste... Muchas mujeres, madres de familia-entre las que me incluyo- nos hemos auto-explotado por los nuestros, y lo más triste viene cuando esas personas por las que dedicas cada día de tu vida te dicen cosas como: "No haberte dejado". Y lo más deleznable es la cantidad de personas que pueden subirse al carro de la que sigue tirando del carro. No sé si me explico. En todas las familias hay alguien que siempre necesita ayuda; Pero no deja lo que le enferma. Tampoco las leyes ayudan hoy; los menores- me refiero a menores mayores de 13 y 14 años, están sobre protegidos por la ley. Pueden beber, fumar drogarse, acostarse con quien quieran; Pero no trabajar. Es ilegal que un menor de 16 años trabaje en este país, y es obligación por ley que sus padres le compren ropa de marca, no sea que haga el ridículo, eso también se considera maltrato, llegue o no llegue la familia a fin de mes...
En fin, en este problema de la explotación de quien, por lo que sea "se deja", nadie está exento de responsabilidades, ninguno del primero al último debería tener tan poca vergüenza de lavarse las manos, tampoco los "niños" que mientras tienen madre, aunque esta tenga 80 y ellas y ellos aún pasando de los 40 siguen en una postura de falta de colaboración, y de abuso. Entramos todos.
Pocos hijos dicen: Mamá, deja eso, que ya has hecho mucho. Al contrario. Todavía tienes que oír cosas como: ¡Si es que tienes tú la culpa! (de todo, se entiende). Si es que ¡¿No pretenderás que haga lo mismo que tú?!
_ No haberte embarcado en esto.
_ No haberme parido.
_ No haber tenido tantos hijos.
_ Claro que si no pares ¿revientas verdad? ¡Puta del demonio!
Vergonzosos insultos, incluso peores que estos, semejante violencia verbal pueden ser parte del pan de cada día, unos cuantos latigazos añadidos sobre la pobre bestia de carga. Desde aquí denuncio que esta clase de abuso sigue vigente hoy en muchos "hogares", donde la dueña es ella, la mujer que sigue tirando del carro.
Pero ¿qué le vas a hacer? Todos tenemos derecho a insultar a nuestra madre, o a pedirla cuentas, mientras tengamos una. Nos sale la parte atávica, de berrinche infantil. Y demostramos que mamá debe de ser Dios. Y por eso, como no podemos enfadarnos con Dios porque no creemos en él, nos enfadamos con "ella".
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