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¿Quién mató al taxista? CUARTA ENTRADA




                                                                    CUATRO

    _ ¡Doña! ¡Gracias Cielos, que la encuentro!
       Les dio tiempo a Doña Marcia y al hijo de la Ventisca de cruzar una mirada cómplice. La mueca del joven conductor fue más que expresiva y cómica mientras se echaba mano al bolso.
    _ ¿Qué le pasa alcalde? ¿Ha resuelto el tema de la cabina? Estaría bien para refugiarse de un chaparrón si alguien pasara por allí...
   _ No es eso, no es eso _ dijo el diputado sacudiendo la mano en medio de su agitación.
   _ Un teléfono público salva vidas._ Prosiguió Doña Marcia.
   _ Que sí Doña, que estoy en ello. Créame. Pero es del otro teléfono del que quería hablarle.
     
     Doña Marcia se atiesó como una estaca; Y con su cara más seria y una expresión de lo más respondona interrumpió al hombre._ ¿No vendrá usted ahora a que le devuelva el móvil después de que primero insistió en que me lo quedase? ¡Pues lo siento mucho! Pero "SANTA RITA, RITA, LO QUE SE DA NO SE QUITA"
   _ Es nada más la tarjeta de memoria. Solo quiero mi tarjeta. El iphone se lo puede quedar y funcionaría también sin tarjeta ¿me entiende?_ El diputado hablaba de forma atropellada.
   Doña Marcia se hizo la tonta.
   _ ¿Qué es eso?
   _ Es donde tengo todos mis contactos...¡Y mucho más!_ Dijo el diputado poniéndose nerviosillo.
   _ Bueno _ respondió la vieja practicanta mirando a los ojos del muchacho que estaba detrás del alcalde. _ Pero es que yo no tengo el móvil.
   _ ¡Cómo que no tiene el móvil! ¡Un móvil que vale más de 700 euros!
   _ Bueno, y eso ¿qué es para una persona que gana lo que usted y que cobra al menos tres sueldos del Estado?
   _ Mire Doña Marcia ¡Eso no viene a cuento ahora! ¿Qué ha hecho con el teléfono?
   Elvira, la dueña del establecimiento no cabía en su asombro.
   _ ¡Devuélvame mi iphone inmediatamente! _ Gritó el diputado después de apretar puños, y levantar su graciosa barbilla para coger aire.
   _ Le digo que no lo tengo. Lo he cambiado por este que me viene mejor._ Contestó Doña Marcia al tiempo que levantando el brazo  le plantaba su nuevo móvil color verde fosforito justo en frente de las narices.
   _ ¡No me lo creo! ¡No! ¡No me lo creo!_ Exclamaba el alcalde, parlamentario, diputado...Cuando se le ocurrió a toda marcha sacar su otro iphone del bolsillo. A veces se le venían las mejores ideas a la cabeza cuando más nervioso estaba; deformación profesional. Un político siempre que se ve forzado a tomar decisiones importantes ha de hacerlo bajo presión. Todo esto se decía así mismo muy satisfecho, cuando decidió llamarse a su antiguo iphone._ ¡Veamos si lo tiene o no!

     En ese momento el muchacho que conducía el autobús, y que ya sabemos que no estaba de servicio. Se rascó la cabeza, y se puso a hacer ese característico ruido que sale de chascar la lengua contra el paladar.
   _ Bueno, Doña Elvira, que se me ha quedado usted quieta, parada, y ya sabe cómo es mi madre, que por algo la llaman la Ventisca. Dígame lo que tengo que ir cargando en el coche._ Dijo el muchacho.
   _ Pues el pedido..._ Dudó Elvira mirando a Doña Marcia.
   _ ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder!_ Juraba el político natural del barrio de la Enmarañada mientras buscaba su antiguo propio número en la agenda.
   _ ¿Entonces es esto que hay en el mostrador? _ Preguntó el muchacho servicial como era, y aparentando que todo aquel rollo del iphone del señor alcalde poco tenía que ver con él.
     Doña Marcia y doña Elvira se miraron. Doña Marcia se llevó el dedo índice izquierdo a los labios.
   _ Sí Doña Elvira, despache, despache al muchacho que tendrá prisa. Luego ya, nosotras seguimos con lo nuestro. ¿Ha traído también de aquellos exquisitos higos pasos?
   _ ¿Los de cuello de dama?_ Preguntó Doña Elvira.
   _ Sí, de esos pequeñitos; Pero han de estar tiernos de verdad.


   _ ¡La puta! ¡Cielos, Cielos, perdonadme! _ Despotricaba el alcalde mientras el chico cogía las de villadiego y salía con una caja hacia afuera _ ¡No saberme mi número! ¡Claro que! ¡Claro! ¿Quién es el tonto que se llama a sí mismo?_ Ya volvía el joven a por la otra caja; Primero se había llevado la de vino, y todavía el además parlamentario seguía rezongando: Y que tengo cuatro móviles...¡Como para saberme de memoria todos los números..!_ El que también era diputado casi lloraba.

   El hijo de la ventisca volvió a salir para el coche con el resto del pedido de Doña Marcia.
   _ Pues 36 dígitos, cuatro cifras de nueve dígitos cada una. Pero no son tan difíciles porque casi todos empiezan por 66._ Comentó Doña Marcia con recochineo _ ¿No es cierto Doña Elvira?

   _ Yo creo que nosotros los mayores tenemos mejor memoria._ Contestó Elvira.  Además lo he leído en alguna parte._ Aquí detrás del mostrador se pasan muchas horas muertas y leo bastante _ apostilló. _ Antes la gente no lo apuntaba todo; el tener todo apuntado hace que no trabajemos tanto la memoria. Y con esos aparatitos menos.
   _ ¿Se pueden callar un momentito?_ Rogó su señoría, mientras decidía tranquilizarse para trazar un mejor plan de acción aunque más lento. El nuevo plan necesitaba al menos de dos pasos....Seguía sin creerse que Doña Marcia ya no tenía el iphone en su posesión.
   _ Yo todavía me acuerdo de memoria del teléfono del antiguo dispensario, el tercero o cuarto que se puso aquí en el pueblo._ Comentó Doña Marcia haciendo caso omiso de las órdenes del alcalde, el cual seguía hablando consigo mismo.
   _ Tendré que llamar a Luz, y que sea ella la que llame..._ Luz era su secretaria._
   El alcalde apretó un solo número y Luz se puso al habla.  Luz,  un ser imprescindible en la vida de aquel político tan estresado, socio del dueño del famoso centro comercial, socio de la inmobiliaria TENOR, y dueño de los almacenes y principal red de distribución de cereal de la zona norte del país llamada NUTRENOR, a parte de político con tres cargos, y algún que otro cargo además de "consejero y asesor" en innumerables empresas y bancos.
   _ Dime Agus.
   Agustín era el nombre de nuestro diputado.
   _ Hazme un favor Luz. Llámame al número 2.
   _ ¿El de las citas?
   _ No vamos a dar explicaciones. Te habría mandado un mensaje; Pero tengo prisa. ¡Llámame pero ya! No sé dónde cojones lo he puesto.
   Doña Marcia le dirigió al alcalde su sonrisa más circunspecta cuando este la miró con cara seria mientras guardaba de nuevo su iphone oficial.

   El muchacho cerraba el maletero del coche cuando empezó a sentir una vibración en su bolsillo. Le había dado tiempo de poner el iphone en silencio.

   Al minuto Luz, muy eficiente devolvía la llamada a su jefe.
   _ Está llamando Agus. ¿No lo encuentras? No me lo coje nadie.


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