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¿Escritura? ¿Pintura? Tiempo, mente, locura.

¿Cuántas cosas son cuestión de tiempo en esta vida? El éxito o el fracaso, la vida o la muerte...Cuestión de aprovechar el tiempo y ganar tiempo, o darle tiempo al tiempo. Nuestro idioma está lleno de frases hechas donde el tiempo es el protagonista, " Tómate tu tiempo para anotarlas todas, que aquí hay tomate"

   Dejar que el tiempo haga y deshaga, haciendo que aporte su matiz a las obras de los hombres es humildad. Que quizá el tiempo le agregue a las obras inacabadas  e incluso indeterminadas, y a los mensajes no comprendidos en la actualidad ese valor añadido que todos buscamos como la clave de lo que es ganancia, es una incógnita.
    Ahora que puedo, pienso en todas esas paradojas de la vida en las que nos vemos sumergidos los ambiciosos, los indecisos, los perdedores y los filósofos. Otras, dependiendo del tiempo y mis circunstancias no puedo permitirme el lujo ni de pensar.

   Antes mis escritos no tenían tachones, y ante mi juventud se inclinaba hasta el sabio. Ahora en ocho líneas voy cambiando de bolígrafo tres veces, porque en mi pobreza, y ante la demanda de otras prioridades más perentorias, no puedo ni permitirme el tener una herramienta en condiciones:
   El primer bolígrafo que pillo tiene el muellecillo loco, y la bolita escribidora desaparece cada vez que levanto la punta del papel, el segundo, simplemente ha dejado de escribir, y este de ahora lleva el mismo camino. Efectivamente se ha parado.------------ He tenido que `proseguir mi trabajo con otro bolígrafo. Alguien me ha pedido por favor, en el taller de escritura, que no escriba con lápiz, que desconcentro a los pocos que aquí estamos siguiendo este curso, e intentamos devanar nuestros sesos en cada ejercicio que se nos pide. Cuando levanto el gesto sorprendida por la petición, dirigiendo mi mirada de loca poseída que dicen que resulta agresiva como la de una víbora, y es ella a la que veo, a una delicada criatura del final de la fila, e intento justificar el hecho de porqué prefiero el lápiz; una portavoz más humilde entre las personas molestas me explica que escribo muy rápido, y que la punta del lápiz hace un sonido al deslizarse por el papel que mete presión a los demás.Ellos no me meten presión a mí... Y que el bolígrafo es, por el contrario, completamente silencioso. Así que este bolígrafo me lo ha pasado una compañera. He escrito a tal velocidad y con tanta pasión que el bolígrafo ha empezado a perder también tinta por los lugares más insospechados. Me pasa sobretodo con el bolígrafo rojo, y también bastante con el azul. Le imprimo demasiado calor. Mis manos acaban siempre manchadas de tinta de bolígrafo desangrado. ¿Porqué a los demás no les pasa?

   Cuando intento continuar mi obra en casa, me encuentro con lo siguiente:
    Yo sé que traje tres o cuatro bolígrafos , que los guardé aquí ne este cajón, y ahora no aparece ninguno. Así que al final siempre tengo que echar mano de los boli-regalo. Pocos resultan buenos, la verdad, y sólo suelen durar un asalto. Aquí, por ejemplo en este que estoy usando ahora mismo, (el otro lo devolví a la compañera que me lo pasó en clase con la tinta medio corrida por fuera. Tuve que decirle: Perdona....) Bueno, pues aquí pone HITECA-AIRE ACONDICIONADO.
    Me pregunto porqué en estos bolígrafos deja de funcionar todo, justo en el momento menos propicio. A este paso-lo sé- no se puede escribir nada que merezca la pena, y hasta la más delicada criatura, una muy exquisita y cuidadosa, que además es guapa la jodida, y tiene buenos padrinos e incluso-lo sospecho- ciertos medios de auto-financiación acabará publicando ese libro ¡que yo podía haber escrito perfectamente incluso de pies y con una mano atada a la espalda! 


   ¡Mira qué gracia ahora mismo,para los del séptimo tener que pasarse este fin de semana sin ascensor! ¡Mira qué gracia ahora mismo, cuando yo quería ponerme a escribir, sube andando las escaleras hasta casa, cuando las palabras sobre el tiempo-duración y sus variables fluían en mi mente y parecían surgir sueltas y en ligazón sin mayor esfuerzo, entonces, surgen aleatorios inconvenientes por doquier sólo para impedirle a uno sentarse ante el papel y coger la herramienta, boli, pluma estilográfica, lápiz, ¡me da lo mismo! A veces escribo hasta con lápices acuarelables. Como cuando niña, cuando escribía mis frases del momento o con un palito en la arena mojada de la playa, o con una tiza en el suelo, o un preciado trozo de ladrillo perfecto para rascar una pared.




   La vida se está haciendo difícil para mí. Sé que me estoy robando tiempo a mi misma. Tengo un retrato sin acabar, esperando a darle sus últimos matices, y soy incapaz de hacerlo.
  
   Me dejo atormentar por cuestiones como la de...¿Es rentable o no? ¿Cobraré lo que debería cobrar o estaré simplemente devaluando mi propio producto y tirando los precios de tal manera que...No sé ¿Podría estar afectando a otros artistas pintores? ¡Que va! No creo que mi calidad este a su altura cuando otros se tiran seis meses en un cuadro que yo pinto en tres días. Dime, me digo a mí misma:¿Porqué me he dejado convencer para pintar este retrato? Odio pintar mientras tengo que copiar una fotografía. Debería empezar a pedir pasta por adelantado. Pero no, mejor no. Me metería demasiada presión.
   Sin embargo, lo acepté. Primero, porque conozco la ilusión de esa persona por tener un cuadro mío. Segundo, porque la fotografía, que es de su nieta, es realmente deliciosa. Es agradable verla, mirarla, estudiarla. El tiempo transcurre lento y placentero. Tengo que pensar cómo resaltar el volumen y elegir el color más luminosos y la sombra más cálida. ¡Es difícil! ¡Difícil! Estoy a punto de reventar por los ojos. Me temo que mi cerebro estallará de tal modo que el colesterol adherido a las fundas de mielina que protegen los axones de mis neuronas acabará pegoteado en cualquier parte de mi cuerpo, ¿por ejemplo las arterias? menos en donde tiene que permanecer, en el cerebro, justamente en el cerebro, esa bomba de relojería hecha de pura grasa y azúcar que tenemos los humanos en la cabeza.

   ¡Oh Dios! Sí que es difícil- tercera vez que vuelvo para atrás en el teclado para ponerle la tilde a la segunda i de la palabra difícil ¿Cuántas veces llevo usándola?- Es difícil y no creí que lo era tanto. Exige un sacrificio constante que no se corresponde con su recompensa, una entrega- que diría Honoré de Balzac- que te condena a la pobreza. ¡El arte! Pero qué es el arte sin el arte de saberse uno promocionar bien, sin el arte de vivir.... ¿Qué es el Arte más que un actividad, por lo general bastante sucia y cansina, y que meramente reconforta el ego? Lo de sucia lo digo con doble sentido, actividad sucia, física, psicológica, moralmente; Escatológica lo mires por donde lo mires, a nivel de materiales, de sentimientos implicados, de promoción, y hasta de la mierda que te pagan y que uno está deseando que le pongan en la mano.

   ¿Qué inconsciencia me llevó a  elegir este camino, previamente diseñado para perfeccionistas, y yo no lo soy, al menos no lo parezco, o gente rica- tampoco lo soy-.
    A hacerme pobre de por vida., tan falta de tiempo y de medios, con mil cosas empezadas y ninguna sin terminar. Y andar siempre, insisto, y cada vez más a medida que agoto años, tan corta y corta de tiempo...

  Tengo tiempo para mudarme un día sí y otro no, y hasta los olores de mi cuerpo parecen haberse congelado conmigo, ya no se expanden como en mi juventud. Entonces me decían que apestaba ¡y eso que me duchaba y cambiaba de ropa cada día! 

   Ahora ya no necesito ni oler, me refiero a que me huelan los demás. Las jerarquías tienen mucho que ver con los olores. Y la juventud y la fuerza con sus apestosos efluvios siempre ocupan y ocuparán dos o tres escalones por encima a lo que les correspondería si uno sólo tuviese en cuenta los méritos. Pues eso, que una ya, a estas alturas, ya no necesita ni marcar territorio, ni oler, y menos apestar. Llevo con los mismos calcetines tres días, y ni yo misma me los huelo ¿los meto en la lavadora, no los meto? Verdad es que son de buena lana, que es el material más transpirable, pero como mujer puedo decir que no sólo me estoy haciendo invisible con la edad, si no que ya no huelo a nada. La vida del artista pobre es asquerosa. No te da para vivir, y para colmo, posiblemente por ahí se andan riendo.

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