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Aquí o allí.







 

    A su tía de Kimbasi le había oído contar muchas historias y todas tristes. Desde entonces todo daba vueltas en su cabeza, y le hacía comportarse de manera extraña.    Lo único que le gustó de Kimbasi fueron los bancos. Le pareció buena idea eso de que la gente pudiera sentarse en mitad del entretenido tránsito de la ciudad. Para ella, la ciudad era unos bancos hasta que su tía le exigió de malos modos no entretenerse demasiado en esos bancos. Los bancos eran para la gente mayor, o para los vagos que no tenían nada que hacer. Luego, su tía, le explicó que los artistas locales los habían hecho con las armas sobrantes de la guerra pasada._ Que ni te has fijado. Levántate, y comprueba por ti mismo lo que tienes debajo del culo. ..Que de verdad pareces tonta niña.
   ¿Porqué los mayores no dejaban de hablar siempre de lo mismo, de guerras y de desgracias? Ella no había conocido la guerra, o al menos no se acordaba, era muy pequeña cuando ocurrió; Pero de tanto oírles hablar luego soñaba con aquello y no podía dormir. Se despertaba, como quien dice antes de conseguir quedarse dormida. Y eso es muy difícil si uno lo piensa.
   Le daba miedo la guerra, y desde que había vuelto de sus vacaciones en la ciudad, mucho más. Fue a partir de entonces en  que empezó a preguntarse si habría algún país en el mundo sin guerras, o que nunca las hubiese habido;  sin memoria del horror, y sin atisbo de que pudieran sufrir algún  conflicto.
   Por otra parte, su abuela estaba amargada, y su madre no hacía más que quejarse de lo mucho que tenía que hacer, y ella sabía que todo era culpa, primero de la necesidad, y luego del miedo. Por necesidad se veían empujadas cada día a no parar quietas- no como ella a la que le gustaba descansar y disfrutaba perdiendo el tiempo por ahí- era como si tuvieran algún sinapismo en el cuerpo. Y luego cuando ya estaban tan cansadas que no podían más, entonces empezaban los lamentos para sacarse el miedo fuera y echárselo a los demás en cima.
   Pero ¿ de quién era la culpa?   La culpa era de la pobreza, y de la bajeza de ánimo que dejaba la guerra tras suyo. Y los hombres- ya casi ni se acordaban de cómo eran los hombres, uno joven, uno que no estuviera tullido o señalado... Un día se marchaban, y quizá volvían al año siguiente. 
     Entonces, era como si se entrara en una estación de fiestas...

   ¿Porqué los mayores no dejaban de hablar siempre de lo mismo, de guerras y de desgracias? Ella no había conocido la guerra, o al menos no se acordaba, era muy pequeña cuando ocurrió; Pero de tanto oírles hablar luego soñaba con aquello y no podía dormir. Se despertaba, como quien dice antes de conseguir quedarse dormida. Y eso es muy difícil si uno lo piensa.
   Le daba miedo la guerra, y desde que había vuelto de sus vacaciones en la ciudad, mucho más. Fue a partir de entonces en  que empezó a preguntarse si habría algún país en el mundo sin guerras, o que nunca las hubiese habido;  sin memoria del horror, y sin atisbo de que pudieran sufrir algún  conflicto.
   Por otra parte, su abuela estaba amargada, y su madre no hacía más que quejarse de lo mucho que tenía que hacer, y ella sabía que todo era culpa, primero de la necesidad, y luego del miedo. Por necesidad se veían empujadas cada día a no parar quietas- no como ella a la que le gustaba descansar y disfrutaba perdiendo el tiempo por ahí- era como si tuvieran algún sinapismo en el cuerpo. Y luego cuando ya estaban tan cansadas que no podían más, entonces empezaban los lamentos para sacarse el miedo fuera y echárselo a los demás en cima.
   Pero ¿ de quién era la culpa?   La culpa era de la pobreza, y de la bajeza de ánimo que dejaba la guerra tras suyo. Y los hombres- ya casi ni se acordaban de cómo eran los hombres, uno joven, uno que no estuviera tullido o señalado... Un día se marchaban, y quizá volvían al año siguiente. 
     Entonces, era como si se entrara en una estación de fiestas...

   ¿Porqué los mayores no dejaban de hablar siempre de lo mismo, de guerras y de desgracias? Ella no había conocido la guerra, o al menos no se acordaba, era muy pequeña cuando ocurrió; Pero de tanto oírles hablar luego soñaba con aquello y no podía dormir. Se despertaba, como quien dice antes de conseguir quedarse dormida. Y eso es muy difícil si uno lo piensa.
   Le daba miedo la guerra, y desde que había vuelto de sus vacaciones en la ciudad, mucho más. Fue a partir de entonces en  que empezó a preguntarse si habría algún país en el mundo sin guerras, o que nunca las hubiese habido;  sin memoria del horror, y sin atisbo de que pudieran sufrir algún  conflicto.
   Por otra parte, su abuela estaba amargada, y su madre no hacía más que quejarse de lo mucho que tenía que hacer, y ella sabía que todo era culpa, primero de la necesidad, y luego del miedo. Por necesidad se veían empujadas cada día a no parar quietas- no como ella a la que le gustaba descansar y disfrutaba perdiendo el tiempo por ahí- era como si tuvieran algún sinapismo en el cuerpo. Y luego cuando ya estaban tan cansadas que no podían más, entonces empezaban los lamentos para sacarse el miedo fuera y echárselo a los demás en cima.
   Pero ¿ de quién era la culpa?   La culpa era de la pobreza, y de la bajeza de ánimo que dejaba la guerra tras suyo. Y los hombres- ya casi ni se acordaban de cómo eran los hombres, uno joven, uno que no estuviera tullido o señalado... Un día se marchaban, y quizá volvían al año siguiente. 
     Entonces, era como si se entrara en una estación de fiestas...
   ¿Porqué los mayores no dejaban de hablar siempre de lo mismo, de guerras y de desgracias? Ella no había conocido la guerra, o al menos no se acordaba, era muy pequeña cuando ocurrió; Pero de tanto oírles hablar luego soñaba con aquello y no podía dormir. Se despertaba, como quien dice antes de conseguir quedarse dormida. Y eso es muy difícil si uno lo piensa.
   Le daba miedo la guerra, y desde que había vuelto de sus vacaciones en la ciudad, mucho más. Fue a partir de entonces en  que empezó a preguntarse si habría algún país en el mundo sin guerras, o que nunca las hubiese habido;  sin memoria del horror, y sin atisbo de que pudieran sufrir algún  conflicto.
   Por otra parte, su abuela estaba amargada, y su madre no hacía más que quejarse de lo mucho que tenía que hacer, y ella sabía que todo era culpa, primero de la necesidad, y luego del miedo. Por necesidad se veían empujadas cada día a no parar quietas- no como ella a la que le gustaba descansar y disfrutaba perdiendo el tiempo por ahí- era como si tuvieran algún sinapismo en el cuerpo. Y luego cuando ya estaban tan cansadas que no podían más, entonces empezaban los lamentos para sacarse el miedo fuera y echárselo a los demás en cima.
   Pero ¿ de quién era la culpa?   La culpa era de la pobreza, y de la bajeza de ánimo que dejaba la guerra tras suyo. Y los hombres- ya casi ni se acordaban de cómo eran los hombres, uno joven, uno que no estuviera tullido o señalado... Un día se marchaban, y quizá volvían al año siguiente. 
     Entonces, era como si se entrara en una estación de fiestas...
   ¿Porqué los mayores no dejaban de hablar siempre de lo mismo, de guerras y de desgracias? Ella no había conocido la guerra, o al menos no se acordaba, era muy pequeña cuando ocurrió; Pero de tanto oírles hablar luego soñaba con aquello y no podía dormir. Se despertaba, como quien dice antes de conseguir quedarse dormida. Y eso es muy difícil si uno lo piensa.
   Le daba miedo la guerra, y desde que había vuelto de sus vacaciones en la ciudad, mucho más. Fue a partir de entonces en  que empezó a preguntarse si habría algún país en el mundo sin guerras, o que nunca las hubiese habido;  sin memoria del horror, y sin atisbo de que pudieran sufrir algún  conflicto.
   Por otra parte, su abuela estaba amargada, y su madre no hacía más que quejarse de lo mucho que tenía que hacer, y ella sabía que todo era culpa, primero de la necesidad, y luego del miedo. Por necesidad se veían empujadas cada día a no parar quietas- no como ella a la que le gustaba descansar y disfrutaba perdiendo el tiempo por ahí- era como si tuvieran algún sinapismo en el cuerpo. Y luego cuando ya estaban tan cansadas que no podían más, entonces empezaban los lamentos para sacarse el miedo fuera y echárselo a los demás en cima.
   Pero ¿ de quién era la culpa?   La culpa era de la pobreza, y de la bajeza de ánimo que dejaba la guerra tras suyo. Y los hombres- ya casi ni se acordaban de cómo eran los hombres, uno joven, uno que no estuviera tullido o señalado... Un día se marchaban, y quizá volvían al año siguiente. 
     Entonces, era como si se entrara en una estación de fiestas...
   ¿Porqué los mayores no dejaban de hablar siempre de lo mismo, de guerras y de desgracias? Ella no había conocido la guerra, o al menos no se acordaba, era muy pequeña cuando ocurrió; Pero de tanto oírles hablar luego soñaba con aquello y no podía dormir. Se despertaba, como quien dice antes de conseguir quedarse dormida. Y eso es muy difícil si uno lo piensa.
   Le daba miedo la guerra, y desde que había vuelto de sus vacaciones en la ciudad, mucho más. Fue a partir de entonces en  que empezó a preguntarse si habría algún país en el mundo sin guerras, o que nunca las hubiese habido;  sin memoria del horror, y sin atisbo de que pudieran sufrir algún  conflicto.
   Por otra parte, su abuela estaba amargada, y su madre no hacía más que quejarse de lo mucho que tenía que hacer, y ella sabía que todo era culpa, primero de la necesidad, y luego del miedo. Por necesidad se veían empujadas cada día a no parar quietas- no como ella a la que le gustaba descansar y disfrutaba perdiendo el tiempo por ahí- era como si tuvieran algún sinapismo en el cuerpo. Y luego cuando ya estaban tan cansadas que no podían más, entonces empezaban los lamentos para sacarse el miedo fuera y echárselo a los demás en cima.
   Pero ¿ de quién era la culpa?   La culpa era de la pobreza, y de la bajeza de ánimo que dejaba la guerra tras suyo. Y los hombres- ya casi ni se acordaban de cómo eran los hombres, uno joven, uno que no estuviera tullido o señalado... Un día se marchaban, y quizá volvían al año siguiente. 
     Entonces, era como si se entrara en una estación de fiestas...

   ¿Porqué los mayores no dejaban de hablar siempre de lo mismo, de guerras y de desgracias? Ella no había conocido la guerra, o al menos no se acordaba, era muy pequeña cuando ocurrió; Pero de tanto oírles hablar luego soñaba con aquello y no podía dormir. Se despertaba, como quien dice antes de conseguir quedarse dormida. Y eso es muy difícil si uno lo piensa.
   Le daba miedo la guerra, y desde que había vuelto de sus vacaciones en la ciudad, mucho más. Fue a partir de entonces en  que empezó a preguntarse si habría algún país en el mundo sin guerras, o que nunca las hubiese habido;  sin memoria del horror, y sin atisbo de que pudieran sufrir algún  conflicto.
   Por otra parte, su abuela estaba amargada, y su madre no hacía más que quejarse de lo mucho que tenía que hacer, y ella sabía que todo era culpa, primero de la necesidad, y luego del miedo. Por necesidad se veían empujadas cada día a no parar quietas- no como ella a la que le gustaba descansar y disfrutaba perdiendo el tiempo por ahí- era como si tuvieran algún sinapismo en el cuerpo. Y luego cuando ya estaban tan cansadas que no podían más, entonces empezaban los lamentos para sacarse el miedo fuera y echárselo a los demás en cima.
   Pero ¿ de quién era la culpa?   La culpa era de la pobreza, y de la bajeza de ánimo que dejaba la guerra tras suyo. Y los hombres- ya casi ni se acordaban de cómo eran los hombres, uno joven, uno que no estuviera tullido o señalado... Un día se marchaban, y quizá volvían al año siguiente. 
     Entonces, era como si se entrara en una estación de fiestas...
   ¿Porqué los mayores no dejaban de hablar siempre de lo mismo, de guerras y de desgracias? Ella no había conocido la guerra, o al menos no se acordaba, era muy pequeña cuando ocurrió; Pero de tanto oírles hablar luego soñaba con aquello y no podía dormir. Se despertaba, como quien dice antes de conseguir quedarse dormida. Y eso es muy difícil si uno lo piensa.
   Le daba miedo la guerra, y desde que había vuelto de sus vacaciones en la ciudad, mucho más. Fue a partir de entonces en  que empezó a preguntarse si habría algún país en el mundo sin guerras, o que nunca las hubiese habido;  sin memoria del horror, y sin atisbo de que pudieran sufrir algún  conflicto.
   Por otra parte, su abuela estaba amargada, y su madre no hacía más que quejarse de lo mucho que tenía que hacer, y ella sabía que todo era culpa, primero de la necesidad, y luego del miedo. Por necesidad se veían empujadas cada día a no parar quietas- no como ella a la que le gustaba descansar y disfrutaba perdiendo el tiempo por ahí- era como si tuvieran algún sinapismo en el cuerpo. Y luego cuando ya estaban tan cansadas que no podían más, entonces empezaban los lamentos para sacarse el miedo fuera y echárselo a los demás en cima.
   Pero ¿ de quién era la culpa?   La culpa era de la pobreza, y de la bajeza de ánimo que dejaba la guerra tras suyo. Y los hombres- ya casi ni se acordaban de cómo eran los hombres, uno joven, uno que no estuviera tullido o señalado... Un día se marchaban, y quizá volvían al año siguiente. 
     Entonces, era como si se entrara en una estación de fiestas...

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