El subinspector Pedro vestido en su uniforme corriente, lo que le confería ese aspecto difuminado y neutro haciendo que sus vivos ojos verdes y hasta sus gracioso doble mentón y su doble barbilla perdieran relevancia, se acercó andando a la casa del desgraciadamente asesinado Juan Antonio el taxista. Quedaba en esta su viuda, y su hijo naturalmente, su único hijo el cual no caía demasiado simpático por los alrededores, y quien parecía haberse casado de manera desproporcionada con una de las criaturas más divinas que cualquier hombre pudiera imaginar por aquellos andurriales. Al menos eso es lo que le habían dicho en el bar. Ya se sabe que los cotilleos de un hombre, y más cuando se afirman en un grupo de tres o cuatro, van a misa.
_ ¡Rosita! ¿Cómo se entiende que una muchacha con un futuro tal, así, brillante,se case con ese sonso? Y de preparación, ella tiene más que él,y es bonita que quita el hipo, porque es espectacular? ¿No es verdad que es espectacular_ Había estado comentando el del carro, el que solía encargarse de que no faltara ni abono, ni tierra buena en los jardines particulares.
_ Sí, sí, claro que lo es._ corroboraron los otros parroquianos, el del tractor rotavator o arado rotulador como le llamaban en los contornos, y otro amigo suyo que se dedicaba al alquiler de todo tipo de maquinaria agrícola, decía el hombre que la chica era un sol de simpática, amable, y campechana. También había coincidido el policía con el ovejero; pero este último sólo sabía asentir con la cabeza y echar juramentos.
_ Cáspita ¡La virgen! ¡Sí que lo es! Es simpática la jodida, es simpática.
_ Pero tú...¿De que la conoces ovejero?_ Le habían preguntado los otros.
_ De que las mis ovejas pastan en ese prao mu pindio, que es del que era, el pobre Juan Antonio, bueno, y ques ahora de su familia, ques está justo arriba, pegando a la casa, y por en cima.
Le había parecido a Pero interesante la descripción del pastor. Antes de acercarse a la puerta principal de la entrada se fijó en el prado. Aquel era un buen sitio, no solo para observar el cacho chalé que tenía aquella familia, la que había sufrido recientemente el desgraciado asesinato del cabeza y sostén de ella, si no para observar buena parte de prácticamente todo el barrio de La Enmarañada, y sin ser visto.
Un buen muro de piedra con aspecto rústico pero sillar, rodeaba toda la propiedad. El prado de las ovejas quedaba fuera. A la parte de atrás de la casa, en un terreno levemente ascendente, y a ratos pedregoso, convivían más de cuarenta especies de árboles distintos creando algo así como la imagen que hubiese ilustrado un hermoso cuento de fantasía. Entre árbol y árbol en las partes planas formando caminos y como pequeñas glorietas no faltaban, ni su fuentecilla ornamental, ni sus gnomos y setas al estilo tibilandia, lo mismo que una asombrosa colección de reproducciones de las más famosas y conocidas esculturas: la venus de milo, el pensador pensando a la sombra de un tilo y con otra piedra al lado para poder uno mismo sentarse en idéntica pose, la Victoria de Samotracia, el hércules de Praxíteles, otra venus, esta última una reproducción bellísima también de Praxíteles. Prefabricadas o de mármol reconstruido...Pero se preguntó si un taxi daba para tanto. Lo mismo eran tres, o cinco taxis los que tenía el hombre, con otros taxistas trabajando para él; sin embargo lo que los ojos del oficial de policía estaban contemplando no era una finca común ni en La Enmarañada, ni en todo el partido judicial de Alborada.
¡Asombroso! Esto me está pareciendo ya de película_ Se dijo Pero. Y siguió con la misma tomando nota: Cuatro plantas. Cimientos y estructura, échale más de tres décadas. Tejado de pizarra. Pintura exterior bastante reciente._ Césped perfecto verde Harry Potter. Mi hijo aquí viviría un sueño. Ni falta que me hace llevarle a Disney World París....
Se nota la mano de toda una vida. Este sueño no es reciente. Tendrán algunos de estos abetos diversos, y los tres pinos, castellanos... ¡Mira que imponentes! Tendrán sus treinta años por lo menos. ¡Y aquella encina! Esa no digamos....Ese tipo de árboles crece despacio.
Todo esto se dijo el policía antes de tirar de la cuerda de la campana de bronce que había a la puerta. Pero la campana no sonó como una campana, estaba conectada a un timbre.
Pero sabía que abriría Rosita, la única que podía estar en la casa ese día y a esas horas. Su joven esposo iba camino de Valdelóbrego con la Señorita Marcia. Por otra parte la viuda de Juan Antonio tampoco sería de esperar que estuviera a esas horas. Era limpiadora, formaba parte del equipo de limpieza, del personal fijo contratado para ser más exactos, del ayuntamiento de Alborada.
_ Hola, buenos días.
Abrió ella la puerta, una mujer de unos veintitrés años, alta, casi tanto como él, rubia natural, pelo largo y sin artificios, y sin embargo lo llevaba suelto; de largas piernas delgadas y bastante pecho como para resaltar entre un montón de flacas. Tenía cierto parecido con la Claudia Schiffer de sus mejores tiempos. y aún más guapa. Sus ojos azules eran dulces y alegres a la vez, la mirada carecía del leve estrabismo de la modelo alemana, y bueno, quizá le fallara un poco la boca, sus labios carecían de color, toda su piel era de una tonalidad mate y delicada, y sus dientes pequeños y echados hacia adelante, la perjudicaban a la hora de vocalizar de forma natural y fluida. Hablando, con sus hablares de andar por casa, parecía una niña pequeña; de ahí que hubiese tenido que acudir a clases de declamación, y sonara artificiosa y plana cuando quería ser clara e inteligible.
Sin embargo, para cruzar cuatro frívolas frases de saludo, se sobraba y bastaba, y aún dejaba la más positiva y cálida impronta de su persona.
_ Es usted el inspector Pedro. Le conozco. Pase. ¿Qué se le ofrece?
_ Subinspector._ Corrigió este y se sonrió al tiempo.
_ Ya que está aquí._ Dijo ella._ Acompáñeme al jardín de alante. Iba a coger unas calas para poner en el recibidor. Mi suegra trabaja. Y de momento soy yo la que se está encargando de la casa. Tengo tiempo mientras estudio. Y así entre el temario y los estatutos me distraigo un poco.
_ ¿Qué está estudiando?
_ Quisiera sacar alguna de las plazas, pocas por cierto, que va a sacar a concurso de oposiciones consejería de urbanismo.
_ ¿Se ve usted a sí misma en un trabajo tan aburrido?
_ Aburrido ¿Por qué?
_ Un trabajo de por vida, quiero decir.
Ella se echó a reír. Con sus manoletinas planas de loneta, sus vaqueros azul pálido y su top y camisa blanca desabotonada parecía una venus más en aquel jardín radiante, una venus moderna, que hubiese cobrado vida. El sol pegaba fuerte.Bajo; pero muy cerca. Estaba muy cerca, muy cerca el sol. Casi molestaba._ Pienso en el dinero subinspector, en un sueldo fijo que no me falte ni un mes, y doble paga dos veces al año, y vacaciones pagadas....Más o menos a lo que aspiro es a lo mismo que usted disfruta. ¿O no es así?
Rosita le miró de soslayo mientras se inclinaba a cortar los mantos que crecían en las orillas de un pequeño y tibio regato. La corriente del agua ni se percibía, daba la sensación de no moverse en su superficie, sólo corría resbalando entre cantos rodados y arcilla, en alguna capa del fondo, y así hacía que Rosita pudiese verse reflejada en su capa exterior. El policía vio el bello reflejo de la mujer un solo instante; pero tan claramente como si una ondina hubiese asomado su rostro a la sombra, entre el reflejo de las enhiestas y anchas hojas verdes de las calas. Y el fugaz retrato misterioso e impenetrable se deshizo con la voz. El policía levantó los ojos para escucharla.
_ Mi trabajo no es tan monótono como imagino será uno de esos en consejería.
_ Ya veo que no lo es._ Respondió ella._ Y supongo que es su trabajo lo que hoy le trae por aquí.
Como ya tenía sus cinco mantos y sus tres o cuatro hojas de verde en un bonito ramo, Rosita se incorporó echando hacia atrás su melena sedosa y lacia. Un poco seco tenía el pelo. Mira que estaba fuerte el sol; pero su melena no brillaba. Todo el aspecto medio artificioso de Rosita, Pensó Pero, era un poco de mármol reconstruido.
_ Puede usted pasar conmigo y hacerme todas las preguntas que crea pertinentes_ dijo ella.
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