Ir al contenido principal

Sexta entrega de ¿Quién mató al taxista?






                                                                           SEIS

  _ Quisiera darle la noticia, Doña Marcia, de que ya hemos resuelto el caso._ Dijo nada más entrar por la puerta Pero en su ropa de paisano compuesta de pantalón vaquero y niki imitación de Lacosste azul marino._ Aunque de momento sólo tengo la corazonada de que lo haremos pronto. Esta vez estamos avanzando por fín._ Añadió mientras tomaba una silla para sentarse. Y todo gracias a esa tarjeta de memoria que usted me proporcionó._ Y luego se sentó.
   _ ¿Entrevistó usted al alcalde?_ Preguntó la mujer.
   _ Sí, le conseguí entrevistar._ Tengo incluso gravada su declaración. Y ahora vamos a por la tal Florita.
   _ ¿Esa muchacha que no hacía más que llamar al diputado?
   _ Para ser alcalde de La Enmarañada nuestro diputado, su Señoría Don Ricardo Buruaga Sáenz, tiene mucho predicamento. A lo que parece le habría prometido a la tal Rosita cierto puesto de importancia en la diputación, y como esta promesa tardaba en cumplirse y ella tenía su boda en ciernes...
   _ ¿No se convocan periódicamente oposiciones para eso?
   _ Sí; pero siempre hay maneras de meter el dedo._ Respondió Pero.
   _ ¿Apareció por fin el arma del delito?
   _ Todavía no.
   _ Sin embargo...¿Quién cree usted que es el, ya actual, marido de Rosita?
   _ ¿Yo qué voy a saber? Si ni siquiera conozco a esa famosa señorita. Corrijo: señora. Que a lo que se ve ahora es una señora casada.
   _ Pues yo quisiera saber más cosas de esa señora. Y usted me va a ayudar Doña Marcia.
   _ ¿Yo?
   _ Sí, usted.
   _ ¿Cómo va a ser eso?

 
   El subinspector Pero, alto, corpulento, moreno lustroso y de buenos colores en su viva faz calló. Ahí, en su viva faz, sus ojos verdes de largas pestañas y sus labios rojos acababan por definir un rostro inteligente. Cerró Perosus fauces de forma imprevista, y dejó asomar una sonrisa pícara que parecía más que una mueca de sus labios bien definidos una boquita de piñón torcida. Así le preguntó a Doña Marcia:
  _ ¿No tiene que ir a ninguna parte? ¿Hace cuánto que no llama usted a un taxi?
  _ Pues ahora que lo dice...Después del asesinato de ese pobre, yo creo que no he llamado ni una vez.
¿Sabe quién me hace ahora de taxista, y que no me cobra? Julián.
 _ ¿El hijo de la Ventisca?_
 _ El mismo.

   Pero se quedó mirando con ojos profundos y pensativos a Doña Marcia como diseñando un plan de acción._ Estoy pensando..._ Dijo, y cerrando en el ceño sus espesas pestañas negras añadió:
_ Que después de todo el lío que usted armó, trayendo de cabeza a todas las fuerzas vivas de este pueblo ¿no habrá manera de convencerla de que llame usted de nuevo a un taxi?_ Y acabó su larga frase en ese tono de pregunta.

  Desde la ventana de la cocina de Doña Marcia se veía parte de la autopista y los lejanos coches yendo y viniendo parecían abarrotar de luces los vivos y profundos ojos del policía. Estaba anocheciendo. En noviembre se hace muy pronto de noche.
  _ Tendría que ser para una carrera larga... Por ejemplo, podría acercarse hasta Vallóbrego, al cementerio. ¿Qué le parece?
  _ ¿Por qué tendría yo que pasearme sin necesidad y fuera de la fecha? 
  _ Este mes es el mes dedicado a las almas difuntas.
  _ El alma bendita que yo venero, le aseguro que no necesita ni oraciones, y que está en el cielo.
  _ Quizá su antiguo novio no las necesite; pero nosotros sí. A los que aquí quedamos no nos vendría nada mal un poco de intercesión divina._ Pero estiró sus largas piernas vikingas por debajo de la mesa, lo que le permitió hacer punto y aparte para seguir con  el principal motivo que le había llevado a casa de Doña Marcia._ ¿Quedamos entonces en que me echará una mano ó tanto le costaría, Doña Marcia, hacer lo que le pido? 
  _ ¡Vaya! Parece que está usted emperrado. ¿Qué quiere? ¿que le llame ahora?
  _ Naturalmente. Por eso mismo me he acercado hasta aquí Doña Marcia.
  _ ¡¿No me dejarán ustedes en paz?! ¡Vaya policía que tenemos! ¡Vaya policía de tres al cuarto!_ Protesto ella._ Mire, lo hago porque, no sé...Lo mismo mañana quiere detenerme por resistencia a la autoridad.
 _ Doña Marcia. La relación que le unía al finado Juan Antonio, taxista de profesión, era algo más que una relación de vecinos. Lo veo en sus ojos.
  _ ¡¿Pero qué ojos ni que ocho cuartos?!
  _ ¿Vé como se pone?
  _ Me pongo como...¡Lo que me da la gana!
  _ Se pone usted nerviosa, simplemente.
  _ ¡¿Cómo no voy a ponerme nerviosa, andando como anda por ahí un asesino?! ¡Y que me lo venga usted a recordar a mi casa, donde yo estaba muy tranquilita, para una vez que estaba sin pensar en ello, en una noche de noviembre, y para colmo, me empiece usted a hablar de cementerios y de difuntos! ¿No se da usted cuenta de que vivo sola? ¡SOLA!_ Exclamó.
  _ Pues por eso mismo Doña Marcia. Porque no quiere usted que un asesino ande suelto, por eso nos va a ayudar.
   Venga, ande, ¿Dónde tiene usted el móvil?
 _ Aquí está_ dijo ella sacando su teléfono del bolso de la bata._ ¿A quién quiere que llame?
 _ A Juan Antonio, naturalmente. Creo que tiene usted su teléfono en la agenda.
 _ ¿Al hijo del pobre Juan Antonio?
 _ Eso es.
 _ Pero, si lo que quiere usted es entrevistarse con él_ dijo Doña Marcia_ ¿Porqué no le cita y santas pascuas?
 _ Necesitaría una segunda opinión de ese muchacho. Usted llame, encargue esa carrera, a ver si puede llevarla....Y luego me cuenta.
_ Me está poniendo usted en el avispero_ dijo ella desconfiada._ Quien no conoce a ese joven todavía soy yo...Me parece que como no me cuente algo más de ese muchachito. Igual, hasta le digo que no, que no cuente conmigo¡hombre!

   _ He estado haciendo pesquisas._ Igual que el padre_ Contó Pero. _ Este es igual que el padre. No le cae bien a ningún compañero. Es antipático, y no muy sociable. Con los clientes...
  
   Doña Marcia no le dejó terminar la frase._ Con los clientes su padre era muy atento._ Interrumpió. _ ¿Sabe que por cierto, tenía siempre el detalle de traerme él mismo las flores, luego nunca me las cobraba, las flores que yo tengo la costumbre de llevar a mi pobre Casimiro, cada 27 de Marzo. Le gustaban las flores a ese taxista. A veces hemos llegado a parar en el camino a, fuera donde quiera que yo tuviese que ir, o volviendo, ya sin prisas, a coger brezo los dos, o flor de San Juan. Hasta esos "zorros", los llamaba él, esa flor de la pampa, que ahora dicen que se está haciendo invasora, hasta eso le gustaba, y con algunos ramos solía obsequiar a algunas de sus mejores clientas, viejas como yo también. No era mal hombre, no._ Suspiró Doña Marcia.
  _ Pues con su hijo, no parece que se llevara nada bien._ Le comunicó el policía.
  _ ¿Qué me dice?_ Dijo ella asustada. Y con la misma arremetió contra Pero_ ¡No le digo que lo que quiere usted es ponerme en el avispero! No pensará usted que fue el hijo...Quien.

   _¡ Necesito respirar!_ Gritó la anciana practicante_ ¡El que sea vieja, mi querido Pero, no quiere decir que no le tenga amor a la vida! ¿Sospecha usted de ese tipo y quiere que me meta con él ¡conduciendo él! en un taxi?
   _ Yo no he dicho que sospeche de él._ Respondió el poli.
  _ ¡Pues yo sí! Y mire lo que le digo: Eso que no le conozco. Pero ¡estando como está el  mundo! ¡Que está perdido y dejado de la mano de Dios! ¿Le extraña a usted que un hijo tirano mate a su padre por quítame aquí estas pulgas o porque no le suelta el padre más cuartos o por yo qué sé? ¡Lo veo en la televisión cada día: Hijos tiranos, gritando, amenazando, pegando a sus padres!¡ Y salen por la tele y ni vergüenza les da de ello! Como que yo creo que hasta más rabia les da con eso de que los están gravando ¿Ha visto usted ese programa?
  _ ¿Qué programa?
  _ Hermano mayor.
  _ Creo que he oído hablar de él. No tengo mucho tiempo para programas._ Interrumpió el hombre._ Pero la estaba mirando ahora mismo Doña Marcia, y estoy pensando que igual no es tan buena idea lo de que usted me eche una mano con esta idea que yo tenía.

  Pero se puso de pies. Hacía ya como que se dirigía a la puerta.
_ ¿Por qué? _ Preguntó Doña Marcia al tiempo que se interponía entre él y la puerta.
_ Pues que la veo muy condicionada Doña Marcia: Condenando a un tipo que ni siquiera es sospechoso, y de quien no tenemos ninguna base para pensar que puede haber cometido un parricidio a parte de esa influencia perniciosa de un programa de televisión en el magín de usted. Creo que ya tengo que irme.
_ Pero...¿Con quien cree usted que está hablando? Dígame. ¿Con una vieja chocha y asustadiza?_ Preguntó poniéndose colorada, la antigua mujer de cierta preparación que anidaba todavía en ella, y que la llenaba de orgullo.
_ Pues lo que usted me está dando a entender Doña._ Respondió el policía.


   Entonces Doña Marcia tuvo miedo de verdad, miedo de quedarse sola, apartada de todo y obsoleta. La gustaban en el fondo las visitas, y últimamente hasta se sentía importante en las vidas de por ejemplo Julián, el hijo de La Ventisca, o el mismo Pero, que parecía querer seguir contando con ella para lo que fuera._ Perdón, perdón_ dijo entonces de manera acelerada._ Lo dije antes, que no me quería interponer en la actuación de la justicia, y si para ello, el poder ejecutivo pide mi colaboración, por humilde que esta sea ¡qué remedio! Pero no me dejará sola ¿verdad? ¿Me informará usted de todo lo que crea que yo necesite saber?_ La practicante hablaba de forma atropellada_ Se lo ruego Pero. Sepa usted que yo le salvé de una paperas...
   _ Cuando era niño.
   _ No tan niño ¡Que se podía usted haber quedado esteril! Nada más le pido ¡le exijo! que ya que yo voy a ayudarle, vele usted por mi seguridad.
  _ Eso por descontado Doña Marcia....Pero, ¿Va a ayudarme por fín?
  _ Sí.
   El subinspector de policía tomó asiento de nuevo._ Pues marque._ Dijo_ Y quede usted para mañana sábado.
  _ Tendrá que ser sobre las nueve, porque entre que vamos y venimos échele tres horas....
  _ A la hora que usted le venga mejor. Una vez que usted esté en el coche quisiera que se pudiese gravar la conversación.
  _ ¿Qué conversación?
  _ Cualquier cosa. Como si hablan del tiempo. Es nada más por saber cómo suena entre otras cosas la voz de este taxista nuevo por teléfono.
  _ ¿Entonces llamo?_ Preguntó ella.
  _ LLame.


   Doña Marcia marcó el número que tenía en la agenda. Entonces contestó una voz de mujer, una voz que le resultó familiar. 
   _ Dígame._ Sonó la voz._ Taxis Juan Antonio. ¿Necesita usted de nuestro servicio?
   _ Sí. Bueno._ Respondió la anciana._ Buenas noches. Yo quería mañana por la mañana ir hasta Vallóbrego, sobre las nueve a ser posible.
   _ Muy bien. Veamos. ¿Vive usted?
   _ Sí. Vivo. Vivo aquí pegadito a ustedes, en el mismo barrio de la Enmarañada. Soy Doña Marcia.
   _ He oído hablar de usted._ Respondió la voz del otro lado._ Pues muy bien Doña Marcia. Mire. En este mismo momento mi marido no puede ponerse. Acaba de volver de Alemania. Estaba reventado el pobre y se encuentra ya durmiendo. Por eso le he respondido yo al teléfono.
   _ Ya._ Asintió la anciana.
   _ Parece que le ha sorprendido, quizá el que no se haya puesto él mismo al teléfono..._ Conjeturó aquella voz joven, sexy, amable, y livianamente aguda; pero aterciopelada. 
   _ Mañana mismo pasará a recogerla. No se preocupe. Se lo comunicaré a mi esposo en cuanto se levante.
  _ Muchas gracias._ Contestó Doña Marcia.

   Colgó después de que la joven esposa de Juan Antonio hijo colgara su terminal.
   _ Yo creo que conozco esa voz_ Le dijo misteriosa a Pero el policía._ O igual es que todas las mujeres de ahora tienen la misma voz . ¿Es? Es...
   _ Sí. Es Rosita. Se lo he querido decir antes._ Confirmó Pero._ ¿Con quién cree que se ha casado la joven amiga de nuestro alcalde?
    Doña Marcia se hizo cruces.
  _ Con el hijo de Juan Antonio el taxista._ Pronunció ella misma._ Pues si que es pequeño el mundo._ Suspiró.
   _ Pequeñísimo._ Respondió el poli.

  


  

Comentarios

Entradas populares de este blog

NO LE PREGUNTES LA HORA AL TIEMPO

   No le preguntes la hora al tiempo sólo fíjate cómo las nubes pasan como el cielo es azul azul cada segundo y baila baila en una décima de un todo para ser siempre distinto: la gran nube  diferente y el tiempo infinito.   No le preguntes  la hora a nadie sólo escucha y aprende que actuar y esperar es siempre lo mismo, sólo escucha y oirás  los mil sonidos ignorados aún estando a baja mar o arriba. Y en el aire, entre los árboles del bosque  siempre omitidos, siempre ahí, ahí encuentran el gozo los sentidos de quien se entretiene porque jamás espera. Ni mañana ni hoy, no se lo preguntes nunca y menos de noche y menos si hace calor o tienes frío . Es como una broma el tiempo insondable. ¿Quién quiere esperar su hora quién quiere aguardar jamás ni lo que es certeza ni lo que jamás llega? Nadie espera, huimos todos siempre que podemos. Nadie espera ni espera siquiera lo bueno por venir. Solo se tolera cuan...

Roles jerárquicos, rolles de "clase". Y la visión de Clara desde la perspectiva de Ana.

Todavía me acuerdo de aquel verano en que fui a Laredo y estaba Clara con una amiga en casa, varios días de desayunar, comer, cenar, dormir, cagar, ducharse etc etc   Yo las observaba sin decir ni mú, no daban palo al agua, tenían 16 años, ni retiraban su plato de la mesa, no pasaban una escoba, ni ponían una lavadora. Después de como 5 días así las encaré, les dije que la casa de Esperanza no era un hotel todo incluido, las obligué a llenar el lavavajillas y barrer la sala, fíjate tú, tremendo esfuerzo; aún me acuerdo de la cara de odio con la que Clara me miró. La tipa estaba acostumbrada a no dar ni golpe, mamá me lo confesó, que nunca hacía ninguna labor porque Carolina la estaba criando como a una princesa y que cada vez que mamá le pedía hacer algo a Clara delante de Carolina se armaba la gorda, Carolina empezaba a insultar a mamá y demás lindezas propias de nuestra hermana pequeña. Pero el caso es que Clara ni siquiera hacía nada cuando su madre no estaba presente, se acomo...

Cuando todos quieren subirse al carro de quien tira del carro.

    Existen dos frases hechas en español:     " Tirar del carro." "Y subirse al carro del vencedor".    Sin embargo, la mayoría de los desaprensivos que se suben metafóricamente al carro suele ser a éste, al que lleva el peso de todas y cada una de nuestras necesidades y obligaciones diarias, no al del vencedor. El del vencedor tiene el acceso vedado.    Creo que nadie necesita que se le haga caer en la cuenta de cual es el perfil del tiro de ese carro.   ¿Cuántas mujeres trabajan como mulas en esta vida para acabar siendo vilipendiadas? La pasión de Cristo se revive cada día en el cuerpo de estas mujeres, que para colmo han de oir cosas de aquellas personas más allegadas como:    "¿No crees tanto en Dios? Pues dile a él que te ayude." Y  "¿A qué vas a la iglesia ¡Bruja!?".      Quizá vayamos solo a descansar. La fe en el otro tiene un límite cuando llevas años tirando del carro.   ...