Clara Inés es una mujer entrada en los sesenta años; pero que aparenta diez menos. Y sin embargo es apagada, y triste. El lunes cuatro de Enero ha comprado un perro de aguas en la gatería de la esquina. Clara Ines cree que el cachorro de can podrá hacerle recuperar la ilusión por la vida que se le va. Lo que no sabe es que ese pequeño animal le traerá problemas.
La mañana del suceso vestía traje de espiga elegantísimo, chaqueta y pantalón de puro cachemir. Salió al parque- Hacía sol, y el reloj marcaba las once. Compró el periódico en el kiosko de la entrada del parque. Miró la fecha: 11 de febrero del 2004- El sol sale a las 7.45 y se pone a las 7.30. El perrito podría esparcirse a gusto en el césped. Pero en febrero la humedad fría de la fina capa de hielo parecía desanimar a Bucowski. Ellos, quería decir ningún perro, no pondrían sus cuartos traseros sobre un verde inclemente.
Es como si le estuviera viendo en ese mismo momento. Bukoswky ha corrido hacia la acera y ha hecho sus cosas ahí mismo. Entonces ella ha recogido sus excrementos con la bolsita de plástico consabida- Luego se ha acercado a la papelera y Bukowski ha empezado a ladrar como un loco.
_ No paraba de ladrar y me tiraba del bajo del pantalón con la boca, y eso que es un cachorro, oiga. Le digo que me deje, y ni caso. Le pregunto que qué le pasa y me suelta y pone sus patitas delanteras sobre la papelera. Me acerco a mirar. Y me llevo la más desagradable sorpresa de mi vida. ¿De qué iba a saber yo que había una pistola dentro de la papelera? Tengo un susto de muerte. De verdad se lo digo.
La mañana del suceso vestía traje de espiga elegantísimo, chaqueta y pantalón de puro cachemir. Salió al parque- Hacía sol, y el reloj marcaba las once. Compró el periódico en el kiosko de la entrada del parque. Miró la fecha: 11 de febrero del 2004- El sol sale a las 7.45 y se pone a las 7.30. El perrito podría esparcirse a gusto en el césped. Pero en febrero la humedad fría de la fina capa de hielo parecía desanimar a Bucowski. Ellos, quería decir ningún perro, no pondrían sus cuartos traseros sobre un verde inclemente.
Es como si le estuviera viendo en ese mismo momento. Bukoswky ha corrido hacia la acera y ha hecho sus cosas ahí mismo. Entonces ella ha recogido sus excrementos con la bolsita de plástico consabida- Luego se ha acercado a la papelera y Bukowski ha empezado a ladrar como un loco.
_ No paraba de ladrar y me tiraba del bajo del pantalón con la boca, y eso que es un cachorro, oiga. Le digo que me deje, y ni caso. Le pregunto que qué le pasa y me suelta y pone sus patitas delanteras sobre la papelera. Me acerco a mirar. Y me llevo la más desagradable sorpresa de mi vida. ¿De qué iba a saber yo que había una pistola dentro de la papelera? Tengo un susto de muerte. De verdad se lo digo.
Comentarios
Publicar un comentario