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Delirios del hogar

                                    


   A veces me imagino mi vida y el cómo podría haber sido de diversas maneras y si esta fuera mejor, teniendo yo más recursos, siendo más capaz, más inteligente, más hermosa… Otras sin embargo me imagino una vida triste donde el drama se sobrelleva a base de dignidad y todo acaba bien antes de desembocar en mi propia muerte, una muerte santa.



   Si yo fuera actor interpretaría mis muchas vidas, cien o mil vidas, mil papeles distintos… Y si fuera novelista suplantaría todas las vidas, y cada una de las vidas de mis personajes; Sí, de  mis propios personajes sus existencias disparatadas, los triunfos y disgustos de los importantes, las calladas vivencias de los humildes,  los  sobresalientes pasajes y  los reales los viviría en la justa medida requerida por mi sensibilidad, y de los más absurdos pensamientos podría dejarme llevar también, y sin angustia de que otros sufran las terribles consecuencias de mis absurdas ideas.  Y sobre todo, sobre todo me gustaría suplantar la vida de esos personajes secundarios con su típica credibilidad.
   Pero no soy nada de esto, no soy actor ni novelista (me habría gustado ser dramaturgo).  No ,  no soy nada de esto; aunque podría haber concebido novelas sin fin, entrelazadas, circulares, tal cual es la propia vida o lo parece, llena de imprevisibles desenlaces, sobre todo cuando ignoramos el humor que vamos a tener mañana.



   Y así soy yo, el que y la que vive imaginando más que viviendo. Y así vivo, intentando asumir, por no ver a otros perjudicados, y en mi limitada capacidad, las consecuencias de mis actos.
 Mientras, en mi simplicidad y en mi falta de organización sigo sin encontrar horas suficientes en el día para ser todo lo que quisiera ser, y lo que podría llegar a ser, de encontrar el medio más propicio para realizarme: Desde ponerme una peluca y vestirme luego de modo que nadie me conozca al salir a la calle, hasta un considerado cambio de sexo, descartado por mi terror a los quirófanos y a los individuos de bata blanca; Y no porque me sienta atraída por personas de mi mismo sexo. No es nada ni siquiera parecido. Es una mezcla de insatisfacción e inconformismo, de curiosidad y rebeldía, una mezcla de genes alocados que me impulsa a probar, a toda costa, cualquier posibilidad que a mi voluntad se ofrece solo por el placer de medirse con todas las fuerzas de la naturaleza.






   ¿Quién me preguntó si quería nacer? Supongo que yo lo quise. Prefiero pensar que ocurrió así. Yo quise venir a este mundo, y se acabó. Pero ¿Dónde está la tierra que me gustaría conquistar? Y ¿Por qué tengo que doblegarme a las necesidades de los otros cuando ni siquiera sigo ni uno de sus biorrítmos?
  Sé que soy una especie de pintamonas, ya lo sé; Pero respiro, y respiro muy bien, tengo muy buenas digestiones, duermo a pata suelta, y así quiero seguir, y sin problemas de salud que yo sepa. Y no quiero saber más.  Pero cuando digo que no quiero saber más, entonces ¡me empieza a subir por los pies un miedo atroz!  Y los empiezo a sentir tiesos de frío, los pies; Y luego me flaquean las rodillas, y luego se me revuelven por dentro las tripas, y siento que me falla todo el organismo . Entonces me digo: Oh. Claro que sí, mi vida es perfecta, disfruto de la soledad, no necesito contar con nadie ni esperar a ningún retardado. ¡Claro que quiero saber más cosas! Saber a dónde puede llevarme esta vida tan plácida, conocer nuevos caminos y pateármelos todos si es posible ¡Y a distintas horas del día!

   Me enseñaron a pensar por el método de pensar sólo en los otros; sin embargo. No sé por qué, siento ahora que debería dar la espalda a todos, y seguir un simple objetivo, definido y claro. Soy un ser tan pequeño y con unos pies tan cortitos; que ni poniéndome de puntillas podía yo otear cual es el horizonte, cuanto menos el fin. Siempre he tenido gente mucho más alta delante. Pero eso sí, he gritado mucho para que por lo menos se me hiciera caso, y al menos oír mi interior y todo lo que salía por mi boca, en medio de tanto tumulto de opiniones.



   Pero de un tiempo a esta parte ya no levanto ni la voz,(reservo mis energías para algo grande) (al menos no tengo que hacer ningún esfuerzo), se levanta sola mi voz, impostada divinamente, poseída de una especie de vida propia, es como algo mágico. Y ya les he dicho a todos: Que ninguna pretensión es legítima, ni el estudiar más, ni el crear, ni siquiera el poder organizarse uno mejor. Quiero decir: ¿Cuándo estudia más el hombre si no es bajo las más adversas circunstancias? Y ¿Cuándo crea uno si no es cuando la realidad nos niega lo que todavía no existe?

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