LOS OBJETOS Y YO
Y es que la mesa no era de IKEA
Y sin embargo yo siento, a estas alturas, que ya es hora de poner orden en mi vida, lo que es lo mismo que ordenar mi espacio. Pero el problema es que ese espacio es un espacio compartido con segundas y terceras personas, entre ellas mi madre, a la que nunca sea dicho de paso, he podido soportar.
Cierto es que resolver la consabida competencia entre madre e hija por lo de marcar territorio, lo digo, ( competencia que cuando se ha seleccionado a través de la evolución por algo será) cierto es que será tan arduo que no se resolverá hasta poner tierra de por medio. Se que en mi entorno sobran unos cuantos seres que han hecho, hacen, y harán de mi necesidad de orden un logro imposible. Por tanto habrá que empezar por deshacerse de ellas, quizá esta expresión suene un poco psicópata ¿será mejor decir: lo de lograr ¡por fin! tener vidas separadas.
Sin embargo, ni la sociedad (una madre es una madre...te dirán o ¡Cómo vas a echar de casa a tus hijos!) ni la crisis actual lo facilitan. O quizá sí, y todavía yo no me he enterado. Me pregunto si seré una inadaptada. ¡Qué bonitos los anuncios de Ikea con la familia unida entorno a la mesa! ¡Hay que fastidiarse! ¡Hoy mi talante se salió de madre por culpa de una mesa, me he sentido tan mal que ni he ido ni a misa!
Claro que soy capaz de ordenar mi espacio, o mi vida, lo que es lo mismo. Soy capaz aunque ello represente el divorcio con mi hijo, el cual pretende que le guarde sus recuerdos de la mili de Melilla: 28 metros cúbicos de Caja Verde (tres para ser exactos) y dos petates de más de 45 kilos cada uno. Y si un metro cúbico son mil litros, imaginaos la que me espera, imaginaos que tuvieseis que meter en casa 12 mil botellas de agua de 2 litros cada una. Me río yo de las Doce pruebas de Hércules.
Es cierto que gozo de una fuerza pasmosa y de una energía irrefrenable. Lo mismo sabréis que mi máxima para estos casos es: TODO LO IMPOSIBLE SE PUEDE HACER POSIBLE SI SE QUIERE.
Le he dicho a mi hijo que ya le he echado el ojo a un armario de tres cuerpos en RETO. Me responde que no cuente con él para traerlo, lo que quiere decir que no tiene ninguna voluntad de ayudarme. Los chicos de Reto me lo traen así que no hay problema; Pero necesito hacer hueco....
Ahí hay una mesa camilla maciza de ala abatible, hecha por un artesano. Me da mucha pena; pero hay que darle salida. ¡Mira que bien! Siempre he echado de menos una mesa más en la casa de (más de 100 metros cuadrados de mi madre) (Dios la perdone) RAZONES PARA ELLO:
PRIMERA:
Ella, mi madre, se está quedando sorda, aparte de ciega...ya ha perdido un ojo. Lleva toda la vida arrastrando problemas de visión: nació con ojo vago, la catarata de un ojo lo ha hecho completamente irrecuperable..Pero como ella lee cada vez mejor a medida que el angulo de visión del único ojo que le queda con luz se está cerrando por el glaucoma...(¡Dramático!) vive tan tranquila, no tiene problemas de vista, el único problema que tiene soy yo, ¡Que la cambio las cosas de sitio!
Perdón por el circunloquio, comentaba que se estaba quedando sorda, y que por eso necesitamos una mesa más en la otra sala, donde no hay ninguna, otra mesa para poder por ejemplo estudiar, sacar el portátil y trabajar tranquilamente...Tiene nietos en edad de ello. Estudiar tranquilamente, trabajar, sin el ruido de la televisión a todo volumen, sin mi madre gritándome de que meto ruido, y de que no la dejo descansar y oír su serial favorito. Es lo único que pido.
SEGUNDA:
Una mesa camilla, la ideal, la soñada, sobre la que poder plegar la colada que acabas de descolgar u ocultar bajo sus faldas una cesta con la ropa que no ha dado tiempo de planchar. Lo que se supone que hacen en las casa normales. Pero mi madre hace más de 40 años que no coge una plancha, y mi hermana, la cual sigue su ejemplo, tiene una solución mejor: Poner a mogollón la ropa sobre la cama, donde luego se recuesta su hija con la tablet y ¡alé! a planchar la ropa con su hermoso culo de adolescente giganta y apabullante¡Felices los ácaros!
TERCERA.
Consigo que dos personas encantadoras me lleven la mesa, así como de milagro, hasta el portal de la casa de mi señora madre. Llamo por teléfono a mi hermana, la cual me contesta con su ñoña voz. Sé que me la va a líar; Pero no he podido acompañar a los portadores de mi mesa duende porque me tenía que ir al trabajo.
_ No me dejes mal, la digo, Son personas a las que debo muchos favores...._ Oigo la voz desporticadora de mi madre de fondo. "¡Que no quiero más trastos en casa!_ Me parece que dice algo así.
Esta tarde del Domingo llego a casa de mi madre, todo este lío de la mesa ha sido ayer por la tarde...
Mi mesa no está en el portal. Al entrar en casa, mientras saco la llave y abro la puerta me digo a mi misma que no armaré ningún jaleo...He tardado años en conseguir una mesa como esa, lo sé; Pero dejaré la fiesta en paz sea lo que sea, porque sé, efectivamente, aunque no me lo haya comunicado nadie, que la mesa no está donde debe de estar. Entro para la salita, y no, no está donde debería estar, ¡donde pide a gritos una mesa! Justo frente a la puerta del balcón por donde entra todo el sol, en un lado el piano, y la cama turca contra la pared, en el otro lado el enorme aparador atestado de libros algunos inasibles por la tremolina de llámense recuerdos pero que no dejan de ser trastos....
Como nadie me ha dado razones plausibles de lo que ha sido de la mesa, y la maldad más proterva podía verse en la mirada de mi hermana mientras decía cosas contradictorias como estas: La miré un poco así, y no se podía desplegar, y yo estaba muy cansada para subirla.
_ Haberla puesto contra la pared, del lado del ala abatible.
_ ¿Qué ala? Yo la vi redonda, y redonda se quedó.
_ De mi casa salió semicircular. ¿Sabes? Y no creo que Jorge sacara el ala para llevarla en el coche. Y además lo mismo Jorge la habría subido a casa.
_ Es que estaban aparcados en doble fila.
_ ¿Pero quién se ha llevado la mesa?
_ No lo sé._ Dice mi madre con sus ambiguos testimonios, lo de toda la vida. "Yo cuando me fui a misa la mesa ya no estaba, y ocupaba todo el portal, allí empatanada en medio, de modo que tu hermano no podía entrar ni en casa (Mi hermano pasa las vacaciones en la planta baja, dicho sea de paso.)
_ Entonces ha sido él, Ángel, el que ha sacado la mesa a la calle.
_ Yo no he dicho eso.
_ ¿Y porqué no le dijiste a Ángel que la subiera?
¿Y si era tan aparatosa y pesaba tanto cómo es que se ha volatilizado?
¡Tú nunca has tenido el más mínimo respeto ni por mi esfuerzo, ni por mi trabajo Mamá! ¡Quiero saber donde está mi mesa!
_ Yo no necesito una mesa, y esta casa no es tuya.
_ ¿¡Que no necesitas una mesa!?
De esta que monto en cólera. Entro en la salita, arramplo con toda la ropa que hay en cima de la cama haciendo una montaña, y empiezo a tirarla por el balcón.
Es superior a mis fuerzas. No entiendo cómo no puedo refrenar ese impulso de cambiar las cosas de sitio. necesito crear orden y espacio. Mi hijo tuvo una vez una pesadilla, me veía cambiando de lugar el mobiliario urbano, y cambiar hasta de alcorque los árboles. Lo que no sabe es que ya he movido algún que otro contenedor de basura. El pedal tiene que estar por la parte de la acera, digo yo, y no por el lado de la carretera para hacer oposiciones a que te atropellen cuando bajas con las bolsas de basura por la noche....
El armario de tres cuerpos ya está en casa, en la mía; pero he tenido que mover la cómoda, y ahora Patricio tiene que pasar por en cima de ella para alcanzar el lecho y recostarse en él...es que su cama es de 2 metros por 1´10 (medidas intencionadas para evitar que traiga a su novia a dormir)
Tiene las piernas muy largas, que pase por en cima de la cómoda y si no que se vaya con su novia a dormir, o a vivir mismamente, o con su abuela, que para eso se alcahuetan los dos, y mascullan que estoy loca y lo que os contaba al principio de este cuento, no sé que de Diógenes.
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