Como nadie me ha dado razones plausibles de lo que le ha ocurrido a la mesa, y la maldad más abjecta y proterva puede verse en el rostro de mi hermana mientras dice cosas como esta: La miré un poco así, y no se podía desplegar, así que la dejé abajo.
_ ¿La pondrías con el lado del ala abatible contra la pared...?
_ ¿Qué ala? Yo la ví redonda y redonda se quedó.
_ De mi casa salió semicircular ¿sabes? Y no creo que Jorge sacara el ala para que le ocupase más espacio en el coche. Y además el mismo Jorge te la habría subido a casa. Así que estás mintiendo. No te hagas la tonta conmigo. Has sido tú quien la ha hecho desaparecer.
_ Ni aunque hubiese querido mover ese armatoste. Yo no habría podido con ella. Y tu amigo simplemente la dejó ahí y se marchó porque tenía el coche aparcado en doble fila.
_ Entonces dime quién se ha llevado la mesa, si el portal está cerrado.
_ No lo sé._ Interrumpió mi madre, aunque yo no le había preguntado a ella. Y entonces siguió soltando una serie de testimonios ambiguos y contradictorios. Que si cuando me fui a misa la mesa ya no estaba, y ocupaba todo el portal, allí empatada en medio, que no se podía ni pasar. Pregúntale a tu hermano que me llamó preguntando que quién había dejado ese trasto en el portal y que no podía ni entrar en casa porque le bloqueaba la puerta.
Entonces interrumpí a mi madre y la pedí que dejara de conjeturar a su bola y de novelar cada historia de la que tenía conocimiento, que ya nos conocíamos, y que no me desviara del tema.
_ En cualquier caso, por lo que dices, ha sido Ángel el que ha sacado la mesa a la calle.
_ Tú deja a tu hermano en paz, que el pobre no sabe nada ni de tu mesa ni de tus historias. Que estás pirada.
_ La pirada estarás tú. Acabas de decirme que llamó preguntando...
_ ¡No sé si llamó o no llamó!
_ ¡Ah! ¿Entonces reconoces que te inventas las cosas? ¿Hace cuantos años llevas con esa manía? ¿Lo haces porque disfrutas líando al prójimo y haciendo perder el tiempo a la gente o es ya principio de demencia senil?
_ ¡Ya está! ¡¡Ya está! ¡Mira que eres mala! ¡Mira que le gusta ofender a esta mujer!
_ Vale. Voy a llamar a Ángel.
_ ¿Porqué no dejas a la gente tranquila?¡Y yo no he nombrado a tu hermano para nada!
_ Sí que le has nombrado mamá, sí le has nombrado.
_ ¡Pues le habré nombrado!_ La cara de mi madre empezaba a tornarse en el monstruo que muchas veces estoy segura que es._ Además nadie te ha pedido a ti que me traigas a mi casa los trastos que no caben en la tuya.
Esto último ya fue ofensivo del todo. Insoportablemente penoso para una mente siempre preocupada en buscar soluciones como es la mía,
_ Si era tan aparatosa y vieja, y pesaba tanto ¡Una preciosa mesa camilla maciza de pino segoviano, un árbol que se tomaría sus buenos años para crecer y alcanzar esa beta! ¡Con su brasero!_ Yo ya estaba a punto de tirarme de los pelos por no tirar de los de su horrenda cabeza de chorlito. Pero no solté una lágrima. Empecé a alzar los brazos arriba y abajo como un fiel fanático en éxtasis._ ¡Se ha volatizado! ¡Se ha volatizado! Exclamaba dando visos ya de perder la razón. Y mi hermana tan flemática. Ni por esas se apiadó la mala pécora. Debía de estar esperando a que me diera un ictus.
De esta que monto en cólera. Entro en la salita, arramplo toda la ropa que hay en cima de la cama, y, haciendo una montaña que me colgaba del brazo, la tiro por el balcón. Y luego le doy una patada a la mesa de Winny Pooh. Pensaba también tirarla por el balcón; pero me refreno y acabo dejándola en cima de la cama de mi sobrina que ya tiene 13 años y mide un metro 70 y algo. Porque yo respeto los objetos con valor sentimental. Pero es superior a mis fuerzas. No entiendo como no puedo refrenar ese impulso. Quisiera no dejarme poseer por obsesión tan, tan, irrelevante. Me quita años de vida. Me enferma. Sin embargo necesito crear espacio y hacer que se expanda a través de los objetos. A veces sólo hay que desplazar algo y ¡ya está! el espacio se amplía y la luz rebota de forma diferente sobre los objetos. El Espacio, ese misterio que ni la ciencia de la Física ha sabido definir todavía.
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